lunes, 25 de enero de 2021

BALONCESTO CON CABEZA: NUEVO ARTÍCULO DE TOMAS LLORET

            
  MODELAJE O APRENDIZAJE VICARIO

                                  

                                 


Os dejamos con otro articulo interesante de Tomas Lloret psicologo deportivo.


Albert Bandura era un psicólogo canadiense que defendía el papel del aprendizaje experiencial y social frente al auge de las teorías biologicistas basadas en el papel de la genética. Por ello, entre 1961 y 1963, realizó un experimento que pretendía probar el papel de la observación y la imitación en el aprendizaje humano.


En este experimento, Bandura reunió a 36 niñas y 36 niños de entre 3 y 5 años organizados en 3 grupos. El primero de los grupos, observaba como un adulto maltrataba física y verbalmente a una especie de muñeco hinchable llamado “Bobo”; en el segundo de los grupos el adulto trataba al muñeco de forma no agresiva; mientras que el tercer grupo no recibía ninguna experiencia de observación previa.


Los resultados, con los conocimientos que tenemos ahora, quizás no sean una sorpresa: los niños que observaron la conducta agresiva fueron violentos con el muñeco, no solo imitando los comportamientos del adulto, sino también inventando nuevos métodos de agresión verbal y física; por otro lado, tanto los grupos que habían visto al adulto con conductas amables hacia el muñeco como el grupo sin condicionamiento previo, no tuvieron conductas agresivas con el muñeco. Esto demuestra la teoría que las personas aprendemos por imitación social.


https://www.youtube.com/watch?v=zVynCNGxYmU





Pero, claro está que el simple hecho de que una conducta se observe no tiene por qué significar que va a ser imitada. Sobre esto, otra de las cosas importantes que se observó es que los niños eran más receptivos a imitar conductas de figuras con las que sentía identificados (en este experimento en concreto, con figuras del mismo sexo). Como se vería en futuras investigaciones, no solo está relacionado con este sentimiento de “pertenencia a ese grupo”, sino también con la imitación de figuras influyentes, personas o personajes idolatrados o admirados y otro tipo de relaciones de cercanía, autoridad, admiración y poder.


Creo que todos tenemos ya en la cabeza su relación con el deporte de formación, y cómo este tipo de estudios nos muestra la importancia de que los jugadores jóvenes tengan figuras que sirvan como ejemplo para su crecimiento como personas:

- La importancia de un club que busque fomentar valores de forma visible, pública estructuradamente; 
- Un cuerpo técnico que sea ejemplo físico y ético, con acciones con forma y fondo adecuadas, empáticas y compasivas (pero firmes y sabiendo usar recompensas y castigos); 
- Unas instituciones y medios que insistan no solo en los ganadores o los que “compiten arriba”, sino donde se destaquen actuaciones de esfuerzo, superación, compañerismo y demostraciones de eso que llamamos “humanidad”.
- unos padres volcados en el bienestar del grupo y el desarrollo de sus recursos psicofisiológicos (autonomía, autoeficacia, autoestima, socialización, etc.) como punto importante de su deporte.


 

Y, todo esto, comprendiendo que somos personas, y que, como tal, nos equivocaremos más de una y mil veces. No hay que demostrarse perfectos (porque ninguno lo es), sino saber reconocer errores, crecer sobre ellos, valorar las mejoras y desde aquí ser comprensivo ante los fallos propios y ajenos (compasión y apoyo frente a recriminación). Esto también es un aprendizaje a imitar y, como me dijo un amigo entrenador, “¿cómo vas a pedirle a ellos que no se equivoquen si ven que tú no te permites equivocarte”. Es una frase que repetiré hasta la saciedad y la tengo marcada a fuego como parte de mí.


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