BALONCESTO CON CABEZA. 2ª PARTE. ARTÍCULO DE TOMAS LLORET

 

Os dejamos con la segunda parte de este interesantísimo artículo sobre la psicología en el deporte.

 

 

 

Pero, ¿qué es eso de las capacidades psicológicas?

Todos hemos hablado o escuchado que un deportista tiene “mucha cabeza”, que está “muy motivado”, que es capaz de “crecerse ante los problemas” o que “no le afecta la presión”, incluso que tiene “mucho corazón” o que es “un líder”. Estos comentarios populares realmente hacen referencia a una serie de capacidades de esos deportistas, tales como la concentración, la capacidad para focalizar la atención, la tolerancia a la frustración, el manejo de la ansiedad y el estrés, el conocimiento del nivel de activación, el nivel motivacional, la capacidad de liderazgo, las habilidades comunicativas, etc. Todas éstas y más no son capacidades que surjan así porque sí; y aunque si bien es cierto que las personas, y en este caso los deportistas, tienen cierta propensión biológica y experiencial a desarrollar unas u otras, la excelencia o la alta capacidad en ellas, su correcta gestión, se puede desarrollar a partir de un trabajo de las mismas, lo que influye de forma directa o indirecta en el rendimiento deportivo.

Entiendo que popularmente cuando se habla de “psicólogo” lo primero que viene a la cabeza es un señor de avanzada edad, con camisa, barba blanca y unas grandes gafas redondas, y sentado en un sillón frente a un diván (el estereotipo freudiano que tanto gusta en las películas americanas). Pero en este caso la figura de un psicólogo deportivo está más relacionada con la de un preparador físico; un complemento del entrenamiento que asesora al entrenador y actúa de forma directa para potenciar el rendimiento de los deportistas.

El psicólogo del deporte, básicamente, estudia, desde un prisma científico, los procesos cognitivos (mentales), emocionales y conductuales de las personas en el contexto deportivo. Es decir, “cómo, por qué y en qué condiciones los deportistas, entrenadores, espectadores, directivos, etc., se comportan de la forma en que lo hacen”. A partir de esto, su trabajo consiste básicamente en entrenar las habilidades psicológicas necesarias para que puedan enfrentarse con los mayores recursos posibles a las situaciones y contextos personales relacionados con su práctica deportiva, y así conseguir un aumento del rendimiento y el bienestar.

Así, siguiendo un poco el esquema que marca el Colegio de Psicólogos, las funciones de un psicólogo deportivo son:

1.      Evaluación y diagnóstico: identificar la/las conductas a estudiar, así como los factores que la mantienen o controlan.

2.      Planificación y asesoramiento: proporcionar información y orientación a cualquier persona relacionada con el deporte o la actividad física sobre situaciones, actuaciones, etc.

3.      Intervención directa con deportistas (sobre-estrés, ansiedad, tolerancia a la frustración, establecimiento de metas, autoestima, procesos motivacionales, etc.).

4.      Educación y formación psicológica:

a.      entrenadores (cohesión de grupo, comunicación verbal y no verbal, gestión de momentos de temporada, etc.).

b.      directivos (comunicación, proyectos de formación extra-deportiva, gestión de grupos, etc.).

c.      árbitros (gestión emocional, tolerancia al error, gestión de conflictos, ansiedad, etc.).

d.      padres (acompañamiento y formación sobre su papel como “padres del niño deportista).

5.      Investigación.

Pero, sobre todo, y lo más importante. La psicología no se basa en métodos milagrosos. Sino que su objetivo es el trabajar y cubrir necesidades, diferentes tanto en la meta como en la forma de llegar a ella, individualizadas según cada persona (o grupo) y contexto. Otra orientación a esto no es más que formas de vender la moto o de dar palos de ciego.

En los siguientes artículos intentaré aportar pequeños “tiempos muertos” para poder informar y promover esta parte del deporte tan nombrada por todos pero, en realidad, tan desconocida y poco valorada todavía.